Otro más a añadir a la lista negra de la generación X. La pasada semana nos dejaba Chris Cornell, de nuevo, otro gran artista de esa bendita generación se quitaba de en medio. Yo no voy hacer una lista de sus mejores temas ni de su obra. Su muerte me ha hecho pensar en el porqué de esa tristura letal que llevó a Kurt Cobain , Scott Weiland , Layne Staley y ahora a Chris Cornell a decir como Louis van Gaal, «yo me foy».
He comenzado recordando como me emocionó todo el movimiento grunge, cuando yo era un adolescente. Me gustaban sus letras, todas más bien caóticas, desgarradoras y para muchos poco positivas. Me gustaban, porque me sentía como esas letras, chico nuevo en un lugar en el que no conoces a nadie, después de haber pasado 13 años de tu vida en tu zona de confort, te ves solo, tienes que hacer por encajar, siendo un tipo normal. No eres guapo, no tienes éxito con el género femenino, no destacas en ningún deporte y no eres nada brillante en los estudios. Tienes todas las papeletas para que la adolescencia se te haga cuesta arriba. Pero enseguida descubres que hay más gente como tú y que son ellos los que te meten en el sonido grunge. No prestaba atención en clase de inglés ( ni en ninguna otra), pero sí que me gustaba mirar las traducciones de las letras de esos discos y cual era mi sorpresa al descubrir , que quizá todos ellos se sentían de algún modo como yo. Desencantos amorosos, traiciones, soledad, infancias difíciles y futuro poco prometedor.
Quizá ni ellos mismos se vieron siendo el apoyo vital para personas como yo , quizá ellos solo creaban esos temas para liberar sus mentes y sus frustraciones, simple y llanamente, pero se vieron sobrepasados por discos de oro, dinero, giras mundiales y todos los vicios a su alcance, pero un vacío interior que nunca se llenaba. Como si su botella tuviese un agujero.
Me vienen a la mente las grandes frases que se dicen como « que te gustaría ser de mayor, cuando te vas a casar, donde te gustaría vivir etc». Yo con 37 años aún no tengo respuesta para muchas de ellas, pero siempre he tenido una para la primera, una respuesta , que hasta hace muy poco, me daba miedo responder, por la simplicidad de la respuesta, « feliz, de mayor quiero ser feliz». Sigo sin saber si me quiero o no casar, si quiero vivir donde vivo para siempre, si voy a tener hijos o si voy a ser « cambia piezas» hasta morirme. Solo sé que quiero ser feliz. Quizá ellos también querían lo mismo y nadie les preguntó si lo eran realmente con lo que hacían. Cada uno tenemos un carácter y nuestros mecanismos para llevar la ansiedad y los momentos tristes de la vida. Ellos tenían un don espectacular para componer obras de arte en forma de canciones, pero,¿ realmente les gustaba la vida del rock star?. Esa vida que muchos sueñan o que hemos soñado. Escenario, gente aclaman dote , el mundo a tus pies. Yo después de mucho soñar lo, no lo quiero. Valoro mucho la tranquilidad de un paseo y del anonimato. Valoro mi tiempo libre, no tener que mirar el reloj, no tener una agenda programada. Todo eso es una rock star. Componer para seguir inyectando dinero a las arcas de discográficas, giras por todo el mundo, entrevistas, sesiones de fotos…. ¿Y su vida?.¿ Donde queda tu vida?. Me he puesto en su lugar y quizá yo también me hubiera quitado del medio. Porque si a todos mis tormentos, le hubiera añadido litros de alcohol, drogas y sexo vacío , yo también me hubiese despedido.
Si soy como soy, una parte se la debo a ellos. Cogí sus letras y las hice fuerza, felicidad y ganas de vivir. Convertí su y mi tristura letal en ganas de seguir. Y como dice mi hermano, del cuál he sacado el título del artículo, » si me muero ahora, del disgusto que me llevo, se para el mundo». Así que , desde aquí mi más sincero gracias a todos ellos y a los que quedan de la generación X . Gracias porque siempre me quedarán vuestras canciones, con sus recuerdos, esas canciones vitamina, que sin ellas, no sería quien soy ni hubiese tenido todo lo que tengo hoy, el corazón caliente y el alma llena de felicidad.