Ya sé que este artículo llega con un poco de retraso, pero no quise escribirlo en caliente. Temía que la pasión del fan acérrimo que llevo dentro me llevara a plasmar un artículo inocuo y lleno de halagos vacíos. En cambio, más de un mes después me doy cuenta de que esa espera no ha valido realmente para nada.
A qué se debe esto? Fundamentalmente a que The Temperance Movement son una de las máquinas mejor engrasadas del panorama rock actual. Y lo digo en frío.
El desarrollo mostrado por The Temperance Movement es exponencial. Ya en su concierto de Bilbao del año pasado, cuya reseña podéis leer aquí, demostraron un nivel altísimo, pero lo acontecido en esta última edición del festival vitoriano fue de traca. Los incondicionales del ARF bien sabemos que todos los años hay una o dos bandas de las de media tarde que se meriendan con patatas a casi cualquier cabeza de cartel. Basta recordar ejemplos recientes como los de Dirty York, Rival Sons, Graveyard… (según los he ido escribiendo me he dado cuenta de que todos ellos tocaron en el tercer escenario!!!). Pues este año le ha tocado esa suerte a TTM.
El concierto fue en el escenario principal, el cual muchas veces se les queda demasiado grande a las bandas que tocan más temprano, debido fundamentalmente a su falta de experiencia para “llenar” (a nivel musical, se entiende) un espacio tan grande. Y en este aspecto hay que destacar, fundamentalmente, a un Phil Campbell absolutamente pletórico y que utiliza todas sus artes para conseguir que no puedas apartar la mirada de él ni un solo momento. Sirva como ejemplo de lo difícil que es llenar un gran escenario una banda fantástica como los Rival Sons, a los que vi en Vitoria en 2011 en el tercer escenario del ARF y fue algo sublime. En cambio, los volví a ver apenas un mes después en Londres en el escenario principal del High Voltage Festival y no consiguieron “llenarlo”.
Esto, en cambio, no sucedió con TTM. Mi teoría al respecto es que telonear durante 4 fechas a los Rolling Stones en su reciente gira europea tiene que ser como hacer 3 masters y un doctorado en “cómo subirse a un gran escenario y no morir en el intento”. Y ver 4 bolos seguidos de Mr Richards & Co. es la mejor master class que puede haber para un artista de rock.
Centrándonos en el concierto en sí, nos ofrecieron, en la poco más de media hora que tenían reservada, 7 canciones, la segunda de las cuales era nueva. Las otras 6 pertenecientes a su homónimo álbum de debut, también comentado por mí en otro artículo en esta misma web que podéis leer aquí. Como siempre en estos casos, no esperéis una crítica objetiva.
El concierto arrancó, como viene siendo habitual en ellos, con una “Ain’t No Telling” que condensa en cada nota la esencia del mejor rock 60’s y 70’s.
La segunda canción fue, como he dicho, un tema nuevo, que no baja el nivel de lo que ya hemos escuchado de ellos, os lo aseguro. Si lo añadimos a temas nuevos que venían ya tocando en este tour como “Lorraine”, auguro desde ya que el segundo disco va a ser igual de bueno que el primero.
A continuación una “Take It Back” bien cañera hizo que todo Mendizabala agitase sus cabezas y sus caderas al unísono. En este punto el público ya estaba totalmente entregado ante semejante arranque lleno de fuerza e intensidad. Así que tocaba bajar las revoluciones, y que mejor que “Smouldering”, a la que añadieron una preciosa jam.
La siguiente fue su hit más sonado, “Only Friend”, con todo Mendizabala con los brazos en alto y dando palmas en este gran tema de clara8 herencia Free/Bad Co.
De nuevo tocaba relajarse un poco, ahora con “Pride”, ese delicioso tema de comienzo minimalista y final blackcrowiano a más no poder, con una jam acojonante en la que, si cierras los ojos, jurarías que estás delante de los Cuervos Negros de mediados de los noventa.
El colofón final lo puso “Midnight Black”, un bombazo en toda regla que nos dejó a todos con ganas de más. Pero ya sabemos lo que son los festivales, salvo para los cabezas de cartel, el tiempo es limitado y no pudo haber más.
La verdad es que, viendo este bolo, pensé en lo que debía sentir la gente cuando, a finales de los 60’ y principios de los 70’ veía los primeros conciertos de grupos como Free o The Faces. Supongo que sintiesen algo parecido a lo que he sentido yo las dos veces que he visto a The Temperance Movement.
Y espero que haya muchas más.
Keep on Rockin’!
Dr. Pretorius
P.D.: os dejo también el enlace al artículo de TTM que escribió el gran Dr. Schreck, y que podéis leer pulsando aquí. Lo pongo al final porque como es mejor que los míos, así al menos os leéis los míos antes de leer el suyo