El pasado 3 de julio pudimos disfrutar, gracias a Teenage Head Music, Muskerra y Eleven Rock Magazine, de un fantástico show de The Delta Saints en el Kafé Antzokia de Bilbao.
A pesar de que era su tercera vez por estos lares, para mí era la primera vez en un show suyo. Todas las críticas que había leído en los últimos tiempos hacían presagiar que me iban a gustar bastante, y el hecho de que se llamen Delta Saints ya da una idea de por dónde van los tiros. Todos los que amamos el blues sentimos escalofríos cuando vemos la palabra “delta” en algo relacionado con la música.
Qué ofrecen The Delta Saints para que su propuesta esté recibiendo tan buenas críticas? Su música se puede definir como un compendio del mejor blues de los años 20’ a los 60’, desde Son House y Robert Johnson en el delta del Mississippi hasta el blues eléctrico estilo Chicago del Muddy Waters más tardío o Buddy Guy, pasando, como no, por el gran Elmore James o por Leadbelly. Pero a ello le añaden un toque de alguna de las mejores bandas de finales de los 60’, ya que en algunos momentos me recordaron a Big Brother and the Holding Company, Taj Mahal, Creedence Clearwater Revival o incluso a algunos grupos británicos como The Animals o The Yardbirds.
A este cóctel musical le añaden actitud y una entrega escénica total. Porque, para qué nos vamos a engañar, cuando leía que unos jovenzuelos se dedicaban a hacer este tipo de música yo tenía cierto escepticismo. Me daba miedo que fuese solo pose. Pero no, cuando los ves en el escenario te lo crees. Ves que lo viven, que lo sienten, y te contagian.
En cuanto a sus instrumentos de trabajo, centrándonos sobre todo en las guitarras, Ben Ringel, el frontman de la banda, se apoya en un dobro con afinación abierta que toca a través de un pequeño combo Fender. Con ello consigue un sonido rústico, ligeramente hueco, ideal para el sonido que busca la banda, y que combina perfectamente con las guitarras de su compañero Dylan Fitch. Éste utiliza guitarras Gibson a través de un ampli Fender. Vamos, sonido blues sesentero total. Porque no olvidemos que a principios de los 60’ casi todo el mundo usaba guitarras Gibon (o de otras marcas, como Gretch o Vox) porque las guitarras Fender se consideraban guitarras de nenas (Strat) o de country (Tele) hasta que apareció James M. Hendrix. Y los amplis más cañeros (léase Marshall) no surgieron hasta 1962 y no los usaba casi nadie hasta que apareció, sabéis quién? Sí! James M. Hendrix! Por eso la combinación guitarra Gibson / Ampli Fender es totalmente coherente con el concepto musical de la banda.
Las hachas de Dylan son una SG verde turquesa preciosa con afinación estándar y una Les Paul con afinación open E (Mi abierto), porque, como él mismo me dijo, es la afinación que usa Derek Trucks!!! Para los que no estéis muy puestos en estos temas os voy a dar una breve explicación, que tal vez el Dr. Kemp se atreva a ampliar en un artículo didáctico de los suyos. Las afinaciones abiertas son aquéllas en las que tocando todas las cuerdas al aire (o con cejilla en el mismo traste) suena un acorde. En este caso, con la afinación en Mi abierto, al tocar las cuerdas al aire sin poner ningún dedo de la mano izquierda sobre el diapasón de la guitarra, suena un precioso acorde de Mi. Y por qué se usa este tipo de afinaciones en el blues? Para tocar con el bottleneck, que es el tubito normalmente de cristal o metal (también los hay cerámicos, que para mi gusto son los que mejor suenan, por cierto) que se ponen los guitarristas de blues en uno de sus dedos de la mano izquierda y que deslizan sobre las cuerdas de la guitarra para conseguir las distintas notas.
En cuanto al sonido de su última entrega discográfica, “Death Letter Jubileé”, decir que es algo más crudo que el sonido que podemos escuchar actualmente en directo. Ello es debido a la reciente incorporación de los teclados a la banda en directo, en sustitución de la armónica que suena en el LP. Por momentos el ambiente general del disco me ha recordado al del “Exile On Main Street”, salvando las distancias, por supuesto. Nada de lo que se ha grabado en la historia de la música es comparable al “Exile”, pero sí que este disco de los Delta Saints tiene ese regusto con esa producción ligeramente opaca que me hace pensar en los Stones de Ville Necoltè. También puede influir en esta asociación de ideas el hecho de que son álbumes bastante coherentes, donde no hay ningún single en potencia (ejem, mis disculpas a “All Down the Line”, “Tumblin’ Dice” y “Rip This Joint”), sino que todas las canciones forman un conjunto bastante indisoluble entre sí. Digamos que son discos que hay que escucharlos de principio a fin.
Pero no penséis con lo que he dicho que el disco suena a antiguo. Cuando lo escuchas se nota que es un disco relativamente moderno, nada que ver con las producciones típicas de finales de los 60’ y principios de los 70’.
Resumiendo, estamos ante una banda joven, con mucha capacidad de progresión, con un muy buen directo, y a los que tal vez les falte un poco de variedad de registros, un par de singles reconocibles y un poco más de atención por parte de los medios mainsteam, porque a nivel underground ya hace tiempo que son un secreto aireado a voces.
Keep on rockin’!
Dr. Pretorius