Nos habíamos quedado a mitad de concierto, así que seguimos donde los dejamos en el artículo anterior.
Acto seguido desaparece Sir Mick Jagger del escenario y es turno para las dos canciones de rigor de las que se encarga Keef en cada concierto. La primera de ellas es “You Got The Silver”, un oscuro tema del que, objetivamente, seguramente sea su mejor trabajo, “Let It Bleed”. Con Keith a la acústica rítmica y Ronnie con el bottleneck, consiguieron ponernos los pelos como escarpias, a pesar del pequeño fallo al entrar a la estrofa después del solo (primero no entro Ronnie y luego no entró Keith, vaya par de dos!). Este tema estuvo olvidado durante casi 40 años en el cajón hasta que lo rescataron para su última gira, “A Bigger Bang Tour”, donde lo tocaron habitualmente.
Tras este tema tenía esperanzas de que se lanzasen con el que posiblemente sea mi tema favorito de Keith, “Before They Make Me Run”, que ya habían tocado 7 días antes en ese mismo escenario, pero se decantaron por un intenso “Happy”, con Ronnie de nuevo haciendo diabluras sentado con su lap steel en su regazo y Keith más dedicado a cantar y a disfrutar el momento que a tocar la guitarra, que para algo es SU canción más emblemática.
Con la vuelta de Jagger al escenario se arrancaron con una canción que a mí no me gusta demasiado, pero hay que reconocer que a la gente le motiva: “Miss You”. De nuevo con lucimiento de Darryl Jones, con ese ritmo disco – funk bailable tan pegadizo y tan del gusto de Mick.
Y a partir de aquí ya empezó una traca final de auténtico lujo, clasicazo tras clasicazo, que nos hizo flotar durante más de media hora.
Mick Jagger presenta ni más ni menos que a Mick Taylor, el hombre que estuvo en los Stones desde las sesiones del “Let It Bleed” hasta el “It’s Only Rock And Roll (But I Like It)”, casi ná! Y se tocaron una de las mejores canciones de la historia del rock, un tema que ya interpretaron en ese mismo lugar 44 años antes (por aquel entonces el tema se estaba cocinando y ni siquiera se había publicado. Tal vez por eso en la película de aquel concierto sólo se puede ver la segunda parte del tema, porque la primera puede que ni siquiera existiese aún). Efectivamente, estoy hablando de “Midnight Rambler”. Con un Keith absolutamente matador atacando su segundo mejor riff (luego os digo cuál es el primero), un Mick increíble a la armónica, un Mick Taylor dando la perfecta réplica a su tocayo y un Charlie Watts callando de una bofetada a todos los que le tachan de blando. Por desgracia en las 4 veces anteriores que les había visto nunca habían tocado esta canción, por lo que por fin me pude quitar la espinita.
Mencionar también que cuando Mick Taylor vino a España el año pasado en su gira en solitario me defraudó un poco, tal vez me esperaba demasiado. Pero con los Stones recobró su nivel habitual. Nivelazo!
Y ya que estaba Mick Taylor ahí arriba, y sabiendo que en Los Ángeles habían tocado también con él “Can’t You Hear Me Knockin’?” (la canción con el mejor riff de Keith, por supuesto) pues me hacía ilusión, pero me quedé con las ganas. Por suerte la frustración me duró poco porque la siguiente canción es sin duda alguna una de mis favoritas. Un tema que “Adele” se ha encargado de plagiar descaradamente en su “Rolling In The Deep”, pero sin la clase de los de Dartford. Un tema que, más allá de la propia canción, representa la pérdida de la inocencia tras el flower power de finales de los 60’, un tema que ha sido banda sonora de infinidad de películas, un tema que huele a cocaína, a sudor, a sangre, a guerra. “Gimme Shelter”. Y como viene siendo habitual en las dos últimas décadas, en este tema la gran Lisa Fisher hizo una demostración de lo que es cantar con una voz prodigiosa, una garra descomunal y una presencia escénica envidiable. Pero qué grande eres, Lisa!!!
La siguiente en la lista fue Jumpin’ Jack Flash, mítica canción que llegó a dar título a una película de Whoopy Goldberg. Qué se puede decir de esta canción? En 1968 la grabaron con unas guitarras acústicas distorsionadas, mientras que en directo Keith se arma con su querida Telecaster para abordarla, pero el riff y el espíritu de rebeldía siguen inherentes. Además es una de las primeras canciones que aprendí a tocar con la guitarra, lo que hace si cabe que le tenga aún más cariño.
A continuación, mientras sonaban unas congas, todo el público (sí, sí, todos! De las pocas veces que cantaron los jodidos ingleses) comenzó a cantar “uh, uh!”. Ahí estaba, “compasión para el diablo”, de nuevo 44 años más tarde en el mismo lugar. Si en 1969 el escenario se convirtió en una especie de ritual vudú chamánico durante esta canción, gracias a la tecnología, en 2013 el escenario comenzó a arder figuradamente poco a poco a medida que avanzaba la canción, y al acabar daba la sensación de que el escenario estaba completamente en llamas (como podéis ver en las fotos). Keith se explayó en los solos marca de la casa mientras regalaba sonrisas a todos los presentes. Grande Keith!!!!
Por último, un nuevo riff en open G a cargo del maestro, en esta ocasión rescatado de esa obra maestra llamada “Sticky Fingers”: “Brown Sugar”. Otro clásico entre los clásicos del que no puedo aportar nada objetivamente porque a estas alturas de concierto yo no estaba pisando Hyde Park, sino que lo estaba sobrevolando.
Tras un parón en el que se suponía que la gente debería gritar, silbar y aplaudir pidiendo unos bises (allí solo aplaudíamos y gritábamos los 3 tontos de turno, se ve que la gente estaba más pendiente de decirles a sus amigos por facebook que estaban viendo a los Stones), saltaron de nuevo todos a escena acompañados de un coro de unas 20 personas que interpretaron la intro de la versión completa de “You Can’t Always Get What You Want” (a esta canción en su versión single se le quitó la intro coral). Y tras la intro, lógicamente, la canción. Un tema en apariencia relajadito, pero que va de menos a más en todo momento y que acaba en una orgía sónica de rock sesentero con la inestimable ayuda del coro.
Y como colofón final, “(I Can’t Get No) Satisfaction”. Parece mentira que esta canción tenga ya la friolera de 48 años. Como siempre, la interpretaron al estilo de Otis Redding, con la sección de vientos doblando el riff, y con unos cañones disparando confetis a todos los que nos encontrábamos en las primeras filas.
Tras dos horas de show y los pertinentes fuegos artificiales (bastante exiguos, por cierto) dimos por finalizado uno de los conciertos más emotivos de los últimos años.
En resumen, fue un greatest hits en toda regla, con apenas un par de sorpresas en su repertorio. Sus die hard fans hubiésemos preferido un repertorio más oscuro, por supuesto, pero es totalmente lógico que eligiesen un repertorio en esta línea para sus conciertos en tan emblemático lugar.
Habrá más Rolling Stones en directo en el futuro? Han demostrado que pueden, y la gente lo está pidiendo a gritos (las 65000 entradas para cada uno de los dos conciertos se agotaron en menos de 5 minutos), por lo que no tienen excusa para no volver a hacerlo.
Keep on rockin’!
Dr. pretorius