A punto de cumplir los 60 años, el nombre de Michael Moore sigue levantando ampollas, sobre todo en los Estados Unidos, donde cuenta por igual con fanáticos seguidores y recalcitrantes detractores. Confieso que yo le descubrí en 2002 con Bowling for Columbine, cuando alzó el Oscar al mejor documental por la brillante radiografía de una sociedad enferma, paranoica y condenada.
Bowling for Columbine destila rabia e ironía (más bien sarcasmo), y golpea desde dentro a los pilares más definitorios de la identidad estadounidense con la precisión de un boxeador sediento de venganza. La entrevista con Marilyn Manson; la visita al Wal Mart para devolver las balas que se quedaron incrustadas en el cuerpo de uno de los más de 45 heridos en la masacre; la respuesta de Charlton Heston a los ataques de Moore y el resumen de la historia de los Estados Unidos en tres minutos, son piezas que se mantendrán en la memoria colectiva durante mucho tiempo.
Apenas un par de años después estrenaba Fahrenheit 9/11, que se llevó la Palma de oro en Cannes (una vez más no me apetece consultar quién componía el jurado, pero creo recordar que nuestro amigo Tarantino estaba por allí) y que era una bofetada en toda la jeta de su enemigo número uno: George W. Bush, uno de los personajes más estúpidos que jamás haya gobernado país.
Es posible que el mensaje de Moore sea prefabricado y excesivamente obvio en ocasiones, carente de autocrítica incluso; pero también es palmario que se sustenta en datos reales que no sorportan discusión alguna. Su relato de los vínculos entre los Estados Unidos y la familia Bin Laden está brillantemente construído, y su diana sobre las corporaciones favorecidas económicamente por la masacre de inocentes (tanto en EEUU como en Afganistán e Irak) acaba agujereada por el sarcasmo de un director/actor que ha creado un personaje de sí mismo.
Llegado este punto se hizo imperioso ampliar conocimientos sobre Michael Moore. ¿Quién era este tío que había devuelto al género documental a la primera línea? La respuesta la encontré en Roger y yo, donde un joven (la película es de 1989) y descarado cineasta se empeña en entrevistarse, nada más y nada menos, que con el presidente de la General Motors para pedirle explicaciones por el cierre de una de sus plantas en Flint, ciudad natal de Moore, y que supuso dejar en la calle a miles personas a pesar de contar con superávit en el balance económico.
No hace falta ser un adicto a la información para darse cuenta de que, 24 años después, seguimos en manos del mismo sistema capitalista que Moore denuncia en su primera obra y que se ha mantenido como base de su discurso hasta el último documental que ha realizado a esta fecha: Capitalismo. Una historia de amor
Aquí se centra directamente en lo que él considera la raíz del sistema capitalista actual en los EEUU: Wall Street; un espacio que llega a precintar con cinta policial como escenario simbólico de un crimen que se sucede día tras día, mientras ciudadanos son desahuciados de sus hogares a lo largo y ancho del país. Quizás sea uno de sus documentales más flojos en cuanto a innovación de forma y tema, pero yo no dejo de disfrutar de cada escupitajo de Moore a la cara de un sistema podrido y maligno.
Volviendo de nuevo al pasado, tras su inesperado éxito con Roger y yo, algo de televisión y un poco de ficción; volvió con The big one, donde atraviesa Estados Unidos en una gira promocional de uno de sus libros, entrevistándose con trabajadores de diversas compañías y descubriendo cómo lo que ya presentó 8 años atrás, al hablar de la GM, es algo endémico en la sociedad estadounidense. El cineasta tratará de entrevistarse con directores de diferentes compañías para exigirles responsabilidades y, al final, conseguirá verse las caras con el presidente de Nike.
Ahora que está tan de moda recortar derechos y servicios, es el momento de terminar la entrada con uno de sus documentales que más me gustan: Sicko. En él, Moore entra de lleno en la cuestión de la sanidad estadounidense (que tantos quebraderos de cabeza ha dado a Obama desde su elección) y destapa un sistema corrupto y envenenado, manejado por los hilos de la economía en un juego a vida o muerte donde el ciudadano sólo es un valor económico al que sacar rentabilidad.
Tal vez haya sido uno de sus documentales más criticados y rebatidos; no en vano la discusión sobre la sanidad pública en los Estados Unidos viene de lejos y aquí nos resulta un tanto incomprensible, pero recomiendo su visión a todo el mundo porque, como es habitual, contiene momentos tremendos (inolvidable descubrimiento en la farmacia cubana) y abre un debate necesario que, quizás desde nuestra óptica, sea aún más absurdo que desde la del propio cineasta.
En fin, que esto sólo es una excusa para hacer un merecido reconocimiento a un tío que ha llevado el documental a un nuevo estadio y que con sarcasmo y desvergüenza ha tratado de hacer este mundo, si no un lugar más justo, al menos sí un lugar donde los hijos de puta no caminen tan tranquilos.Un hurra para Michael Moore
P.D: Como veo que por aquí hay pocos doctores y estamos en Agosto, os dejo los enlaces a youtube de algunos de sus documentales, por si os apetece verlos tumbados en la hamaca
The big one (1997)
Bowling for Columbine (2002)
http://www.youtube.com/watch?v=s2rDEJLAMPg
Fahrenheit 9/11 (2004) (Este, no sale aquí por alguna razón que desconozco, pero el enlace es correcto)
http://www.youtube.com/watch?v=qrR9s2EgQ2M
Sicko (2007)
http://www.youtube.com/watch?v=2n1c7Uo-T_Y
Capitalismo: Una historia de amor (2009)
http://www.youtube.com/watch?v=CvydwaPhvLs