Muchos de vosotros habréis leído o escuchado en multitud de ocasiones eso de que tal o cual músico ha vendido su alma al diablo. Pero, de dónde viene esa expresión?
Cuenta la leyenda, originaria del delta del Mississippi de los años 30’, que si te pones a tocar la guitarra en un cruce de caminos a medianoche con las uñas cortadas a todo lo que den de si, aparecerá Belcebú y podrás hacer un pacto con Él, por el cual cambiarás tu alma a cambio de una habilidad sobrehumana para tocar la guitarra.
Esta leyenda alcanzó su máxima expresión gracias a Robert Johnson, posiblemente el guitarrista más influyente de la primera mitad del siglo XX, y seguramente el más misterioso de la historia –sólo se conservan de él dos fotografías y ni una sola imagen de vídeo-.
Entre las 29 canciones que grabó en vida -de varias de ellas hizo dos tomas-, hay una titulada “Crossroads Blues”. En ella narra la venta de su alma al diablo en el cruce de las carreteras 49 y 61 de Clarksdale (Mississippi) a cambio de una habilidad espectacular para tocar la guitarra. Aquí os dejo la letra.
I went to the crossroad, fell down on my knees
I went to the crossroad, fell down on my knees
Asked the lord above ‘Have mercy, save poor Bob, if you please’
Mmmmm, standin’ at the crossroad, i tried to flag a ride
Standin’ at the crossroad, i tried to flag a ride
Didn’t nobody semm to know me, everybody pass me by
Mmmm, the sun goin’ down, boy, dark gon’ catch me here
Oooo, eeee, boy, dark gon’ catch me here
I haven’t got no lovin’ sweet woman that love and feel my care
You can run, you can run, tell my friend-boy Willie Brown
You can run, tell my friend-boy Willie Brown
Lord i’m standin’ at the crossroad, babe, i believe i’m sinkin’ down
Existen varias circunstancias que dan cierta “veracidad” al hecho de que Robert Johnson realmente pudo haber vendido su alma al diablo. En primer lugar, prácticamente nadie había oído hablar de él en esa época (mediados de los años 30’). Por aquel entonces, el blues más rural del Delta del Mississippi estaba comandado por leyendas como Son House o Charlie Patton, y de la noche a la mañana apareció Robert Johnson tocando la guitarra como nadie lo había hecho hasta ese momento. De dónde había salido este tío del que nunca habían oído hablar? “Seguro que ha vendido su alma al diablo para tocar así”, pensaban.
En fin, que tras sus dos sesiones de grabación en habitaciones de hotel de San Antonio y de Dallas acompañado tan sólo por su guitarra, parecía que la suerte le empezaba a sonreir, y se programó un concierto en el Carnegie Hall de New York que se preveía que iba a ser todo un éxito! Pero tan solo dos semanas antes de dicho concierto, Robert Johnson falleció en extrañas circunstancias.
Parece ser que un marido celoso a cuya esposa sedujo, envenenó al bueno de Robert después de descubrir el entuerto. El mítico bluesman aguantó con vida durante 3 días, pero sufriendo unos dolores espantosos, y no disfrutando ni una pizca del éxito que su talento musical merecía.
Pero el legado de Robert Johnson caló en una generación llamada a hacer algo grande en la historia de la música. En la Inglaterra de principios de los 60’ se publicó un recopilatorio de Robert Johnson llamado “King of the Delta Blues Singers”. Dicho LP cayó en manos de gente como Eric Clapton, Keith Richards o Jimmy Page. El resto es historia.
Keep on Rockin’!
Dr. Pretorius