La Muerte de Stalin

Como te iba diciendo, Igor, la inquietud me embarga.

He hecho cosas éticamente reprobables, impulsado por la ambición desmedida de quien se cree que está por encima del bien y del mal; por el apetito descarnado de quien pretende la inmortal corona de la Gloria a cualquier precio; y siempre justificando los inaceptables medios en aras de un secundario bien mayor. Cruel alimento para un caníbal y voraz ego.

Y esta intranquilidad que me consume me ha llevado a zambullirme en las historias de personajes tan voraces como ambiciosos. Historias que arrojasen luz a mis oscuros desvelos. Historias que predijesen mi incierto futuro. ¿Estaré perdido?

Mas yo jamás hice daño a nadie. Mi trabajo versaba sobre devolver la vida a los muertos, no sobre arrebatársela a los vivos. ¿Quizá sea esa la diferencia que garantice mi salvación, que me redima de la condenación?

Sea como fuere, esas historias en las que hurgué son las de los infames Hitler y Stalin.

Ya hablé sobre El Hundimiento. Hoy toca hablar sobre La Muerte de Stalin.

EL FIN DEL GRAN TERROR

La película nos sitúa en el día en el que el dictador sufrió el ataque cerebrovascular, y nos muestra los frenéticos días posteriores; la incertidumbre sobre su salud y recuperación; su muerte; la pugna por el poder entre las principales voces del Partido y la resolución final de la situación, dando como ganador de la contienda al consabido Nikita Jruschov.

Pero el largometraje no se detiene a dar mero testimonio de los acontecimientos, ni mucho menos. Contextualiza la atmósfera política y social del momento, y refleja los estragos producidos por el prolongado y autoritario régimen totalitarista y personalista de Iósif Stalin.

La historia no se expone de forma aséptica. En absoluto. Al contrario que El Hundimiento, abandona todo intento de aproximación realista al género documental para volcarse de forma tajante hacia un estilo mucho menos serio y sobrio. El enfoque escogido fue la comedia negra.

¿Por qué?

¿Sería como contraposición al célebre filme sobre Hitler? ¿Para dotarlo de estilo propio y diametralmente opuesto?

Quizá hallemos respuestas si rememoramos el pasado.

ASCENSO AL PODER

Tras la Revolución Rusa de 1917 y la subsiguiente Guerra Civil, Stalin fue escalando posiciones dentro del Partido Comunista. Tal fue así que, en 1922 ya ostentaba un enorme poder político que el enfermo y debilitado Lenin no pudo contrarrestar.

Tras la muerte de éste, Stalin empezó a maniobrar para garantizarse un poder incontestable. Se alió primero con una facción del partido para defenestrar a la contrapuesta. Y posteriormente defenestró a sus aliados políticos alegando la contraproducente división en facciones.

Pero esto no había hecho más que empezar.

LOS AÑOS DE LA PARCA

En los funestos años 30 se sucedió la consolidación del poder unívoco de Stalin.

Se diseñó una profunda reforma productiva que pretendía industrializar intensivamente la Unión Soviética. Para sufragar el enorme coste económico se dispuso de su principal recurso: la agricultura. Y la agricultura sufrió una reforma descomunal mediante la Colectivización de la Tierra.

La industrialización se llevó a cabo, pero a un terrible coste. La utópica Colectivización no estuvo exenta de problemas y detractores. El sistema fue un fracaso absoluto. La producción agrícola y ganadera cayó en picado. La hambruna se cobró un cuantioso número de víctimas. La represión, otros tantos. Las cifras más conservadoras producen escalofríos.

Por otro lado, Iósif se propuso asegurar su poder. Y así llegó la Gran Purga. Y nadie estuvo a salvo.

Gran parte de los altos cargos del Partido fueron encarcelados y ejecutados. Tampoco se libraron de correr dicha suerte las bases. Y no quedaron exentos los intelectuales, profesionales y civiles corrientes y molientes.

LA GRAN GUERRA PATRIA

En un principio, Hitler y Stalin llegaron a un Pacto de No Agresión y de colaboración (Ribbentrop-Mólotov). Dicho pacto garantizaba a Stalin un expansionismo tranquilo por el Este de Europa, el Báltico y Finlandia. Pero la Operación Barbarroja dio al traste con dicha tranquilidad.

Las tropas alemanas llegaron hasta las puertas de Moscú, sometieron a Stalingrado a un férreo asedio y los campos petrolíferos próximos al Kursk se vieron seriamente amenazados.

La derrota estuvo a la vuelta de la esquina, pero se tornó en victoria. Y las tropas soviéticas entraron en Berlín a sangre y fuego.

La Unión Soviética, como triunviro de los Aliados, se codeó con el Primer Ministro británico y el Presidente estadounidense. Y junto a ellos fraguó el aspecto del nuevo mundo resultante. Y pasó a convertirse en la segunda potencia mundial, debido a su emergente industria y desarrollo nuclear.

GUERRA FRÍA Y FIN

En los años posteriores se libró una guerra distinta; una guerra indirecta; una guerra de las ideas que se desarrollaba en campos de batalla ajenos; que se libraba en las estrellas.

Los Aliados no lo eran tanto. Sus ideas, sistemas económicos y de gobierno eran contrapuestos. La amistad convenida dio paso a la confrontación natural. Dio paso a la Guerra Fría.

Y en las postrimerías de 1953, cuando Stalin empezaba a notar los achaques de la edad y su salud se resentía, volvió a iniciar lo que, de no haber sido por su fatídico final, habría sido otra Gran Purga.

Después de todos estos antecedentes, la paranoia parecía instaurada en el colectivo soviético. Todo el mundo podía ser un enemigo y un traidor. Todo el mundo era susceptible, con la “sugestión” adecuada, de ser acusado de deslealtad contra el Estado.

Así pues, tras los pertinentes interrogatorios, se sucedían las cadenas de acusaciones; las cadenas de nombres. Compañeros contra compañeros, hermanos contra hermanos, hijos contra padres…

CONCLUSIÓN

Fue todo tan grotesco, perturbador, desmedido, esperpéntico… Fue tan inconcebible, tan histriónico y excesivo que resultaba surrealista.

Así pues, el género de comedia negra le encaja como anillo al dedo. Se trata de una plétora de personajes caricaturescos, en una secuencia de situaciones rocambolescas, dentro de un clima paranoico. En definitiva, una comedia de enredo. Una comedia de enredo con muertes/ejecuciones/asesinatos por doquier.  La pugna todo lo vale. Y, citando a la célebre serie, «en el Juego de Tronos, o ganas o mueres». Lo exagerado tan sólo es una mera dramatización de la vida real; pura teatralización.

La película irradia un estilo propio y contrapuesto al de El Hundimiento. El jovial colorido se mezcla perfectamente con el impactante humor; supone un punto de fuga, una vía de escape de la tensión y el terror; y contrasta con el deprimente gris del largometraje basado en el final del Führer. Consigue plasmar perfectamente los acontecimientos de una forma tan particular como excelente.

Paradójicamente es una película que gira en torno al tirano, pero sin el tirano. ¡Todos por Stalin, para Stalin, pero sin Stalin.

 

La dicotomía no es sino una forma de simetría.

¡Yo estoy en las antípodas de esos dos, Igor! ¡Ellos procuraron la muerte de millones! ¡Y yo procuro devolver la vida! ¡Nada he de temer! ¿Verdad, Igor?

¿Verdad?

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