JON SPENCER BLUES EXPLOSION – KAFE ANTZOKIA

Por gentileza de la promotora Last Tour International (a la que damos las gracias por el apoyo mostrado a nuestro proyecto) pudimos disfrutar de un gran concierto a cargo de los Blues Explosion de Jon Spencer. He de decir que nunca había prestado mucha atención a este grupo (es una de mis muchas deudas pendientes), y dado que tenía tan buenas referencias de su directo no quise escuchar nada de ellos para potenciar así el factor sorpresa en el cara a cara.

La verdad es que consiguen un equilibrio perfecto entre la actitud punk de Jon Spencer (guitarra rítmica y voces) y Russell Simins (batería) y la musicalidad y saber hacer de Judah Bauer (guitarra solista). Jon y Russell te hacen sentir el peligro (aunque sin llegar a las cotas de los Germs o gente de esa calaña). En cambio Judah da a los temas lo que necesitan en cada momento. Sus canciones son 75% punk, pero con ese toque melódico que los acerca ligeramente al pop bien entendido o al blues clásico de I-IV-V, recordando a bandas contemporáneas como pueden ser Danko Jones.

En cuanto al grupo en sí, si no los habéis visto nunca, decir que la ausencia de bajo no se echa en falta en ningún momento, el sonido global de la banda es absolutamente brutal, con la guitarra de Jon Spencer rugiendo a válvulas a punto de reventar. El kit de batería será de lo más escueto que he visto nunca (bombo, caja, goliath, hi-hat y ride-crash), pero la verdad es queRussell Simins tampoco necesita más. Y como he dicho antes, es Judah Bauer el que marca la diferencia con sus múltiples registros, teniendo muchos momentos punk, pero ahondando también en sonoridades más funk, blues o incluso soul, que combinan a la perfección dentro de las canciones con la base que crean sus compañeros

En cuanto al show del Antzokia en concreto, cabe decir que la primera hora del bolo fue como una apisonadora, con la banda dándolo todo, sin parar ni un solo segundo (apenas un par de parones de diez segundos para afinar las guitarras, brutal). En cambio, tras el pertinente parón para los bises, la banda saltó a escena para tocar durante casi otra media hora, pero esta vez dio la sensación de que iban con el piloto automático puesto. Y es que no se puede tocar al 110% durante 90 minutos sin descanso.

Resumiendo, un gran directo de una banda con unas tablas brutales, que sabe perfectamente cuáles son sus puntos fuertes y los potencia sobremanera, haciendo incluso de sus limitaciones virtudes.

En cuanto a los teloneros, Tokio Sex Destruction, decir que ofrecen una entrega en escena admirable, pero tal vez pretendan abarcar en sus temas demasiadas influencias, generando una amalgama sonora que en ocasiones no termina de empastar todo lo bien que debiera. Pero tienen los mimbres para hacer algo bastante interesante. Creo que con un productor que les orientase en la dirección adecuada y les puliese ciertos aspectos (fundamentalmente las voces) podrían llegar a cotas bastante altas dentro del mundillo underground.

Keep on rockin’!

Dr. Pretorius

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