Bienvenidos a un nuevo concepto de festival. Olvidaos de maldormir en un camping para “disfrutar” de 12 o 14 horas de música ininterrumpida en varios escenarios, a cada cual más ecléctico. El HRH Ibiza Trip es otro rollo.
El festival se desarrolla en una sala con capacidad para unas 250 personas, y todos los grupos, staff y público se alojan en 3 hoteles, todos ellos situados a menos de 5 minutos andando de la sala en cuestión. El trato es totalmente personalizado, y cualquier duda te la resuelven por teléfono o por e-mail inmediatamente. Cuando reservas, puedes coger tan sólo el abono del festival, pero lo más recomendable es hospedarte en uno de los hoteles que el festival dispone, aunque sólo sea por el encanto de desayunar codo con codo o compartir chapuzones en la piscina del hotel con algunos de los músicos.
El planteamiento del festival es bastante claro: te estás una semanita de vacaciones en Ibiza (este año el festival se desarrolló desde el 14 hasta el 19 de mayo), durante la cual tienes todo el día para hacer turismo y disfrutar de la isla a tus anchas, y por la noche (a partir de las 21:00h) tienes todos los días los conciertos en la sala, que se desarrollan hasta las 3 de la madrugada, aproximadamente.
Además, por si pasar una semanita en Ibiza, descubriendo por tu cuenta sus preciosas calas, sus coloridos mercadillos hippies y sus encalados pueblos costeros, no fuese suficiente aliciente para ti, desde la organización del festival siempre tienen actividades alternativas con las que aprovechar más si cabe tu tiempo en las Pitiusas. Este año, entre esas actividades destacaban, por ejemplo, dos excursiones en barco y una con Harley-Davidsons.
Y en cuanto a lo estrictamente musical, la verdad es que el festival dio bastante de sí. Mis limitadas vacaciones no dieron para asistir al evento al completo, pero sí que pude ver lo que, a priori, más me interesaba. No os voy a hacer un análisis exhaustivo porque tampoco es cuestión de aburriros. Simplemente os daré unas pequeñas pinceladas de lo que sucedió sobre el escenario del festival para poneros los dientes largos.
Grosso modo podría definir 3 tipos principales de shows. En primer lugar tendríamos los conciertos de bandas jóvenes para muchas de las cuales ésta era su primera visita por estos lares. En esta categoría destaco a 4 bandas de hard -rock que me gustaron mucho y que me atrevo a predecirles, cuando menos, un prometedor futuro en el circuito de clubes. Éstas serían SKAM, Chrome Molly, Screaming Eagles y Bad Touch. Espero volver a disfrutar pronto de sus shows y, por supuesto, poder contároslo.
Un segundo tipo de shows sería el de grupos consagrados. Aquí destacan sobremanera The Quireboys y Bonafide.
Y un tercer tipo de concierto, que es realmente lo mejor del festival, serían los shows “especiales”, que en este caso corresponderían al concierto acústico de The Quireboys, y al bolo de Pontus Snibb con cameo de Spike.
Haciendo un repaso cronológico, el primer día del festival se dedicó al blues, y comenzó con el concierto acústico de The Quireboys, que se encuentran embarcados en estos momentos en una gira que conmemora sus 30 años en la carretera. Un bolo sublime, un greatest hits en toda regla en formato acústico. Delicioso.
A continuación Subió al escenario Pontus Snibb para presentarnos su último disco de blues. Lo de este hombre es de traca. Ya sea al frente de Bonafide, de su propio grupo (Pontus Snibb, Pontus Snibb 3, o como le apetezca llamarse el día que toque) o incluso a los parches junto a Jason Ringerberg, Al Collins y Warner E. Hodges, siempre demuestra que podría aparecer su foto junto a la definición de rock and rock en cualquier enciclopedia. En esta ocasión le acompañaron sus compañeros en Bonafide. Niklas Matsson estuvo brutal en la batería, mientras que Martin Ekelund se mostró bastante sobrio con el bajo, tratando de seguir las jams como buenamente podía. Y aquí es cuando saltó al escenario el gran Spike, y junto a Pontus protagonizó lo que fue el momento más especial de todo el festival. Porque ver a dos tíos que son “larger than life” compartiendo escenario y bromas delante de apenas 200 privilegiados a los que se nos caía la baba no tiene precio.
La noche terminó con un concierto de la Vargas Blues Band, que tocó con el piloto automático puesto y nada pudo hacer por mantener el nivel de los dos shows anteriores. Con esto dimos por concluido el mejor día del festival.
La segunda jornada comenzó con los jovencitos SKAM, de los que ya había oído algo gracias a la Classic Rock Magazine. Bastante buenos y con mucho margen de mejora.
A continuación la Vargas Blues Band nos ofreció más de lo mismo del día anterior. No comment.
Los siguientes en liza fueron Bonafide, es decir, sobre el escenario los mismos músicos que el día anterior, pero con un repertorio mucho más hard-rockero, presentando su último LP, y con canciones de todos sus trabajos anteriores, finalizando el set con todo el público coreando “Fill your head with rock” (la única canción que he visto cantar en un concierto a mi buen amigo Iñigo, y ya son muchos conciertos a su lado, jejeje!). En una palabra: CONCIERTAZO!!
Para rematar el día, de nuevo The Quireboys sobre el escenario ibicenco, pero esta vez en formato eléctrico, y de nuevo con un greatest hits en toda regla, enarbolando la bandera del mejor rock escuela Faces. Si queréis leer con detalle una crónica de un concierto de The Quireboys, aquí os dejo lo que escribió mi amigo el Dr. Moreau hace bien poco en nuestras virtuales páginas.
El tercer día de festival estuvo protagonizado por varias jóvenes bandas que supusieron una auténtica revelación para mis oídos. No conocía nada de ninguna de ellas, pero como ya os he comentado antes, aquí os dejo 3 nombres para que indaguéis: Chrome Molly, Screaming Eagles y Bad Touch. Los primeros con un hard-rock visceral muy entretenido, y los dos últimos más melódicos, pero todos ellos con propuestas de mucha calidad.
Mi último día de festival (hubo más, pero no estuve ahí para verlo) estuvo dedicado a bandas de metal, como The Broken Chords, Collisions o Senser. Si eres fan de grupos como eyehategod o similares seguramente hubieses disfrutado de esta jornada, pero dado que no es mi caso, me limité a tomar alguna cervecita mientras intentaba alejar mis oídos lo máximo posible de esos doble bombos machacantes.
Como punto a mejorar puedo mencionar el hecho de que el merchandising es totalmente inexistente, tanto por parte del festival como de las propias bandas. Olvídate de comprar un cd o una camiseta, porque no lo hay.
En resumen, un festival distinto, más bien unas vacaciones con plan rockero para la noche en vez de un festival, con un trato personalizado exquisito por parte de la organización y un nivel musical muy alto. Habrá que repetir!
Keep on Rockin’!
Dr. Pretorius