El teatro si breve, 4 veces bueno

Aquel sábado 9 de abril, después de almorzar con su madre y con su hermana, Anastasia no se volvió directamente a casa. ¡Qué momentos tan maravillosos pasamos juntos en aquel restaurante! -pensaba. Siempre planeábamos miles de cosas para el futuro. No sentía ya nostalgia, no sentía ni un ápice de la flaqueza que horas antes la acechaba. Y aún así, sobrevolaba la sospecha de que algo importante se le iba a ser por fin revelado.

El semáforo estaba en rojo. Su corazón estaba verde, pero no de esperanza precisamente. Simplemente no estaba preparado para lo que estaba a punto de llegar.

Al ver los faros en ámbar del taxi que entraba en el recinto, salió precipitadamente para recibirme, sin tomarse tiempo siquiera para ponerse el abrigo a pesar de que estaba nevando.

– Hay algo importante que tengo que decirte.- solté antes de que entrara en el coche.

Ella tenía un trabajo que a veces la tenía más ocupada de lo previsto.

El invierno está a punto de acabarse. Lleva tiempo a punto de acabarse. En algún momento hay que bajarse. ¿El amor también hay que dejarlo marchar?

Dejar marchar. Dejarse marchar.

Y cuando somos tres, ¿Qué pasa? Porque en algún momento, esto toca. Y a uno le toca bajar.

El amor se convierte en una mesa de tres patas con fecha de caducidad.

Este invierno se acaba, Anastasia.

Una noche años antes, Anastasia a punto de saltar al vacío desde un muro de 50 metros para acabar con su vida. Un metro hacia delante separan sus pies del vacío. Justo en el momento en el que va a saltar aparece Lorenza caminando a los pies del muro. Una mujer sin techo a la que jamás había visto antes.

El destino caprichoso quiso que Lorenza decidiera pasar su noche justo allí donde Anastasia pensaba estamparse.

El viento  sopla con fuerza en lo alto del muro. Está a punto de precipitar la decisión de Anastasia. Para Lorenza el reto es conseguir fijar los cartones al suelo. Después intentará cenar su melocotón en paz.

-«Aparta de ahí!» le grita Anastasia a Lorenza en medio de la tempestad para poder dar su salto mortal.

Lorenza mira al cielo. Mira su melocotón. Mira su pequeña pizarra que dice: No quiero tu puta limosna.

Tras la tempestad, ¿llega la calma?

Llueve en Bilbao. En Bilbao siempre llueve. El repiqueteo invade la ciudad desde hace 21 días. De la lluvia puede que ya se haya contado todo, pero ¿qué hay del repiqueteo mental? Nadie se hace responsable de los delirios causados por la lluvia. 

Cuando todo se apaga, ellas se encienden. Son mis voces y no son muy distintas de las tuyas.

No tienes tiempo de escucharlas o haces lo que sea para taparlas. ¿Quieres escuchar conmigo su repiqueteo?

Coge papel y lápiz.

Silencio. Una casa en silencio.

Acabo de descubrir una aplicación a mis 52 años para recuperar la mirada y el calor del público. Si lo conseguí en el ’97 dando las campanadas de Fin de Año por la tele, ésta es mi oportunidad de volver a la fama. En el fondo creo que así recuperaré a mi hija y por qué no, una nueva vida, que tras la separación no he encontrado.

-¡Felicitaciones, audiencia! ¡Cuan encantadora eres!  Yo, te felicito y te saludo amigo desde ya! ¿Vas a tener un cumpleaños pronto? ¿Una fiesta? ¿Quieres sorprender a tus amigos? ¡No hay problema!
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Llaman a la puerta. Voy a abrir. Es mi hija. Ha oído todo.

-No le digas nada de esto a Ama, hija

-Ama no sabe que he venido

– ¿Quieres un café?


Por noveno año, casi consecutivo, Pabellón 6 celebra las jornadas de teatro breve. La selección de estas piezas ha sido exquisita entre más de 800 propuestas a nivel nacional. El Festival ha ido ganando adeptos y repercusión con los años y sus propuestas destilan calidad bestial por minuto. Y es que todo se juega en 15 minutos. Puedes ver 2, 3 o las 4 piezas que se exponen cada día del fin de semana. Y cada fin de semana cambia completamente cartel. Disponible del 1 al 24 de abril de 2022.

Ella tenía un trabajo que a veces la tenía más ocupada de lo previsto.

– Si la compasión bastara para limpiar la mierda, yo me compadecería cincuenta veces al día.-dijo tras un largo silencio

– A Deustuibarra, por favor.-dije al taxista. Pabellón 6, junto a la antigua fábrica de cadenas Vicinay, en el paseo de La Ría.

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