Cuando me enteré de que Duff McKagan, bajista de una de las mejores bandas de la historia del rock, el hombre punk de los Guns N’ Roses, había grabado un disco producido por Shooter Jennings, uno de los nombres más interesantes de la escena country y americana actual, supe que tenía que hacer que ese artefacto llegase a mis oídos.
Tras leer la maravillosa entrevista que le hicieron en la Classic Rock hace unos meses (posiblemente la mejor entrevista que he leído jamás a un miembro de Guns N’ Roses), tenía la sensación de que me iba a encontrar con un disco de country clásico. Pero tras la primera escucha me di cuenta de que este disco iba mucho más allá de ser un “simple” disco de country.
La mejor manera que se me ocurre de resumir el disco es que suena como si David Bowie en 1972, en vez de hacer el disco de Ziggy Stardust, se hubiese agenciado a músicos de Manassas, Flying Burrito Brothers, Poco o cualquier otro grupo de músicos de la incipiente escena country-rock de la época para grabar algo.
Porque Tenderness está lleno de country-rock, lo hay mucho y muy bueno, plagado de lap steels y fiddles (“It’s Not Too Late”, “Chip Away”), pero también hay canciones más ambientales que tienen cierto regusto glam, aunque haya fiddles y lap steels en ellas (“Tenderness”). Si bien es cierto que en la mayoría de canciones parece como si el glam-rock y el country se fundieran creando un hermoso y adictivo cocktail (“Feel”).
Algunas canciones son difícilmente clasificables, como “Parkland”, que parece casi una versión country del “Coma” de los Guns, con unos fraseos vocales casi hip-hoperos. Dicho así suena como un puñetero engendro, pero cuando la escuchas no te la puedes sacar de la cabeza.
A la comparación con David Bowie ayuda la voz de Duff, que no me digáis por qué pero a mí me recuerda un montón, tanto en el tono como en la forma de crear las melodías vocales, al Duque Blanco.
La influencia de Shooter Jennings en el disco es evidente. Su producción es exquisita y crea con sus teclados atmósferas etéreas que normalmente odiaría (cuando leo que un disco es atmosférico o aparece la palabra etéreo en una crítica normalmente no le doy ni una oportunidad a ese disco), pero que aquí encajan como un guante en las canciones, ayudándolas a crecer (“Falling Down”). Además, hay canciones que cuando las oyes te llevan irremediablemente a pensar que podrían estar perfectamente en alguno de los discos del hijo de Waylon Jennings (“Cold Outside” o “Don’t Look Behind You” encajarían bien en “The Wolf”, por ejemplo).
Si tuviese que definir este disco con una sola palabra ésa sería HONESTO. Porque estamos hablando del disco de un hombre que no tiene nada que demostrar. Un hombre que acaba de terminar una de las mayores y más exitosas giras que se han realizado en lo que llevamos de siglo, el “Not In This Lifetime Tour” de los Guns. Un hombre que después de dejar Guns N’ Roses formó nada menos que Velvet Revolver. Un hombre que para saciar sus ansias musicales formó un grupo de punk-rock (Loaded) que a mí nunca me dijo nada pero que a él le hacía feliz. Un hombre al que dice la leyenda que le sale el dinero por las orejas porque hace unos cuantos años, cuando buscaba en qué invertir el dinero que había ganado y que se estaba fundiendo en sexo, drogas y rock and roll, decidió comprar acciones de unas pequeñas empresas de su Seattle natal llamadas Microsoft y Starbucks. Un hombre que, en vez de quedarse en su casa tocándose las narices a dos manos y disfrutando de lo que tiene, ha decidido meterse en un estudio y grabar las canciones que le pedía el cuerpo grabar. Y a eso yo lo llamo honestidad.
Tal vez no sea el disco que esperasen los fans acérrimos de Gun N’ Roses o Duff McKagan’s Loaded, pero es un disco que los que amamos la música, ya sea el hard-rock de Guns N’ Roses o el country-rock de Shooter Jennings, podemos disfrutar mucho.
Keep on Rockin’!
Dr. Pretorius