¡Hola, Frankenheads! La vuelta del Dr. Moreau, esta vez, tiene un precio. ¿Se nos ha vuelto materialista? Lean y lo sabrán…
«Crowdfunding». Un nuevo anglicismo al que hemos de acostumbrarnos (si no lo hemos hecho ya). Con esta palabra se denomina a una técnica que, desde hace algún tiempo, es utilizada por las bandas de rock, y que consiste en pedir dinero por adelantado para financiar los gastos que ocasiona la creación de una nueva obra. Se podría considerar el equivalente del siglo XXI de lo que hacían los mecenas renacentistas. La diferencia con aquéllos es que no hace falta ser inmensamente rico para apoyar y contribuir a la creación de un artista, hoy en día, cualquiera puede hacerlo. En algunos casos, incluso se puede decidir cuánto quieres aportar.
La recompensa para los participantes en el crowdfunding suele venir en forma de ediciones especiales, pases de backstage, rotulación de tu nombre en tu copia del cd, preferencias en compra de entradas (todo ello son ejemplos verídicos que he visto en algunas campañas)…incluso ha habido casos en los que, si así lo deseas, puedes pagar a tus artistas favoritos para que intervengan en una canción tuya. Al parecer, el mundo de la música está en un estado en el que prácticamente cualquier cosa es posible, siempre que haya la suficiente cantidad de dinero de por medio.
Esto, como idea, no parece mala. Sobre todo para gente que está empezando y/o no tiene apoyo de discográficas, management, etc. detrás . Ellos fueron los que empezaron a utilizarlo, y digo empezaron porque hoy en día ya hay algunos nombres con peso y años de carrera a sus espaldas que también se han apuntado al uso de la técnica. P.ej, el señor Fortu de Obús se apunta al carro del micromecenazgo y hace campaña para editar su próximo disco en solitario, al margen de su banda.
Dado que la situación económica del negocio musical (y de todo en general) actual es la que es, y que el IVA está donde está, mi pregunta es la siguiente: si las bandas más o menos reconocidas se suben al carro de la micro-auto-financiación, ¿qué pasará con las bandas noveles, creadoras e impulsoras de la fórmula y que tienen más necesidad de liquidez? Porque si el público se acostumbra a dar dinero a las bandas grandes, en primer lugar, no les quedará para invertir en las pequeñas, y en segundo lugar, quizá directamente no quieran hacerlo. A lo que voy es que, si este sistema se extiende para todos, al final ocurrirá lo de siempre: que el menos pudiente se quedará fuera. Eso, sumado a que ya sólo somos cuatro los que compramos música, a que desaparece la asignatura de música de las escuelas, a que cada vez es más caro asistir a un concierto (y organizarlo también) y a otras muchas cosas, nos acerca un poco más al empobrecimiento cultural del pueblo.