Parece que los doctores se han ido de vacaciones y esto está bastante vacío, así que voy a extender los pies en la mesa, cual Aznar cualquiera, y recomendaros una de mis series favoritas: Black Mirror.
Emitida por el Channel 4 británico y en TNT para los que tenemos televisión digital en este país (desconozco si alguna cadena en abierto la ha emitido), Black Mirror es una de las series más imaginativas e inteligentes que un servidor haya visto (y he visto muchas porque soy un vago). Hasta ahora consta de dos temporadas con tres capítulos por cada una de ellas; todos con tramas y protagonistas diferentes, a modo de pequeñas películas autoconclusivas; y con el tema de las nuevas tecnologías y el estilo de vida de la sociedad actual como elemento cohesionador.
Todavía recuerdo el impacto que me produjo la visión del primer episodio, titulado El himno nacional, cuya premisa pudiera parecer propia de un programa de humor y, en cambio, pronto constatamos que es absolutamente seria. Una princesa de la realeza ha sido secuestrada y el secuestrador pone una exigencia al primer ministro para liberarla(viene SPOILER aquí, aunque esto se sabe a los dos minutos de episodio): El Primer Ministro deberá follarse un cerdo, hasta el final, en directo y emitiéndolo por televisión para todo el país. En caso de no hacerlo, la princesa morirá.
Junto a Tu historia completa (también de la primera temporada; fotograma inferior) y Oso blanco (de la segunda, fotograma superior), forma la santísima trinidad de Black Mirror; tres episodios que todo el mundo debería ver y que superan en mucho a la mayoría de las películas que llegan a los cines, a pesar de durar tan solo 45 minutos de media. La culpa de ello la tiene Charlie Brooker, creador y guionista de la serie, de quien me declaro admirador incondicional desde ya mismo.
Y como soy el único tonto que está aquí escribiendo mientras el resto de doctores se tocan los genitales en paradisiacas playas, creo que es suficiente por hoy, ¿no?