Veo que viene a tocar a Bilbao un joven guitarrista británico, Ben Poole, que tiene la credencial de haber logrado en 2011 y 2013 el premio “British Blues Awards” al mejor guitarrista británico, y dado que gran parte de lo que sale a nivel musical de la pérfida Albión últimamente es de una calidad más que notable, pienso, “hay que ir”.
Investigo vagamente en youtube, y escucho un par de canciones antes de ir al concierto. Muy buenas, pero demasiado estándares, lo que me hace acudir al concierto con ciertas dosis de escepticismo, sin que nada me hiciese presagiar el vendaval que nos iba a arrasar horas después. Veo que se atreve a hacer una versión de “Hey Joe”. Ni me molesto en escucharla. Para qué? Si nadie puede siquiera acercarse a Jimi? En 40 años sólo ha podido Stevie Ray Vaughan, por lo que decido, craso error, no darle una oportunidad al tema en cuestión.
Así que me planto el día de autos -10 de abril de 2014- en el lugar de los hechos, el Crazy Horse de Bilbao. 45 minutos de retraso en un concierto entre semana, lo ideal para aumentar mi motivación (modo irónico activado).
Por fin comienza el concierto. La banda está formada por un teclista, un batería y una preciosa bajista, de los cuales lamento no poder daros sus nombres. Junto con Ben, cuyo estilo guitarrístico a veces me recuerda a Robben Ford, otras a Mark Knopfler, y otras a los “Kings”, sobre todo a Freddie y Albert, forman un conjunto bastante compacto. La base rítmica es muy solvente, y los teclados aportan al conjunto tanto bases como arreglos que no hacen sino realzar el conjunto final.
Comienzan con unos temas propios de blues digamos “sofisticado”, muy en la onda blues de aires jazzeros del mencionado Ford, que intercalan con versiones de The Temptations y Otis Redding muy bien llevadas a su terreno. Me voy calentando, superan con creces las expectativas con las que había acudido a la sala. De momento lo visto ya vale los 10 euros pagados por la entrada.
Y entonces va el bueno de Ben y pregunta: “alguien aquí es fan de Hendrix?”. Y Jesús Mari, con el que llevaba varios minutos intercambiando señales de aprobación, me dice, “ahora van a tocar Hey Joe”. Y lo que pasó los siguientes 10 minutos fue absolutamente de traca! Si Jimi le vio esa noche desde el cielo seguro que se sintió orgulloso de uno de sus más firmes discípulos. En serio, no hay palabras para describir lo que allí vivimos (bueno, sí que las hay, pero son un poco malsonantes).
A partir de aquí los 50 o 60 asistentes al bolo nos entregamos en cuerpo y alma a la banda ante semejante derroche de clase y entrega, y lo que nos ofrecieron hasta el final del show fue igualmente sublime. Un festival de blues eléctrico y acústico durante casi dos horas como no había visto casi nunca.
Porque, reconozcámoslo, aunque ames el blues, a veces los 12 compases en 6/8 con los mismos 3 acordes pueden resultar tediosos, y si la fórmula cambia demasiado puede pecar de pedante y no apta más que para hipsters jazzeros y enteradillos varios. Dónde está el límite? Qué hace falta para no caer en “más de lo mismo” sin salirse de un contexto de blues? Ésa es la pregunta del millón, y si tuviese la respuesta posiblemente sería productor musical en vez de pseudocrítico. Pero lo único que sé es que Ben Poole, junto con la banda que trajo en su gira por España, tiene eso que hace falta. Howlin’ Wolf lo llamaba “mojo”. Los flamencos lo llaman “duende”. Tú lo puedes llamar como quieras, pero cuando venga Ben Poole a España de nuevo, asegúrate de ir a verlo, y te darás cuenta de lo que un humilde servidor te está contando, que este muchacho lo tiene.
El concierto del año, y uno de los mejores conciertos de blues de mi vida. Ha dejado el listón muy alto, a ver quién lo supera.
Keep on Rockin’!
Dr. Pretorius
P.D.: sirva esta crónica como ejemplo de que siempre conviene dar una segunda oportunidad a la gente, y de que no conviene demasiado fiarse de lo que hay colgado en youtube.
P.D.2: por si no ha quedado claro, junto con SRV, es el único tío que he visto (a SRV no lo vi nunca, pero me he tragado unos cuantos dvds) que ha hecho justicia al legado de Jimi Hendrix. Y eso es la requeteostia.