Grande. Muy grande. Otro año más, hemos disfrutado de 3 días de ROCK con mayúsculas en Vitoria, en el que es, sin lugar a dudas, el festival con más personalidad del panorama europeo. Porque puedes encontrar a lo largo y ancho del viejo continente multitud de festivales veraniegos con carteles absolutamente impresionantes, pero en ningún otro festival vas a encontrar el eclecticismo, la variedad y el buen rollo que inunda toda la ciudad de Vitoria durante 3 días al año en esta cita ineludible para muchos de nosotros. Además, de unos grupazos de impresión, por supuesto. Porque durante meses mucha gente, a través de las redes sociales, ha venido criticando cada nuevo anuncio de incorporaciones al cartel por parte de Last Tour, pero de nuevo, un año más, la nómina de grupos que ha venido a Vitoria ha sido extraordinaria.
Este año había varias novedades en lo referente a la organización del festival con respecto a ediciones anteriores. La principal novedad ha sido la consolidación del tercer escenario. Esto ha supuesto que muchos conciertos se hayan solapado, debiendo elegir qué ver, o no pudiendo disfrutar en muchas ocasiones de conciertos completos para poder ver un poco de todos. Así, si en ediciones anteriores siempre encontrabas algún bolo que no te entusiasmaba demasiado y aprovechabas para tomarte un bocata, una cervecita y descansar un rato, este año lo de cenar ha sido casi tarea imposible, dado que la acumulación de conciertos no daba tregua!
Otro hecho que ha motivado esta acumulación de conciertos ha sido el retraso en la apertura de puertas, manteniendo el horario de finalización de los conciertos, o incluso adelantándolo ligeramente (todavía recuerdo conciertos como los de Turbonegro o Thin Lizzy acabando pasadas las 4 de la madrugada). En ediciones anteriores, a las 16.30h ya tenías a algún grupo encima del escenario, mientras que este año los primeros han comenzado a las 18.15h. Este retraso habrá sido agradecido por los extranjeros de piel sonrosada adictos al melanoma que suelen estar presentes en todos los festivales veraniegos españoles.
Además, este año Vitoria se ha volcado con el festival más que ningún otro año, dado que a los ya clásicos conciertos en la plaza de la Virgen Blanca, hay que añadir la gran oferta hostelera relacionada con el rock que ha inundado la capital alavesa durante todo el fin de semana.
Una vez hecha la introducción, vamos a por lo serio!!!
El jueves nos recibió la música de Si Craunston a nuestra llegada a Mendizabala, quien nos sorprendió ofreciéndonos un delicioso cocktail de swing, r’n b del de verdad, doo-woop y soul, que no va a cambiar la historia de la música, pero que siempre nos va a hacer disfrutar de buenos y divertidos momentos. Con Si a la voz y guitarra, su grupo lo completan otra guitarra, un bajo, una batería y una mini sección de vientos de saxo y trompeta. Una buena manera de ir calentando motores para lo que se nos venía encima.
El primer plato fuerte del festival eran los míticos Blue Öyster Cult. La legendaria banda cuenta en sus filas con 3 de sus miembros originales (Eric Bloom, Buck Dharma y Allen Lanier). El line-up actual de la banda se completa con Richie Castellano como guitarra solista, Jules Radino a la batería y Kasim Sulton al bajo (alguien sabe por qué no vino Rudy Sarzo?). Estos pioneros del rock pesado nos ofrecieron un concierto muy sobrio, donde brillaron con luz propia temas indispensables como “don’t fear the reaper”, “burning for you” o la indispensable “godzilla”.
El sonido de la banda en directo, sobre todo en lo referente a las guitarras, es bastante metalero, alejándose un tanto de ese sonido setentero denso lleno de distorsión que recordaba del mítico álbum en directo “Extraterrestrial Live”. Para las guitarras utilizaron cabezales Marshall y Mesa Boogie Dual Rectifier, a los que enchufaron una Gibson SG negra (Buck Dharma), una Steinberger blanca con pastillas EMG (Eric Bloom) y una Music Man Axis con acabado natural (Richie Castellano). Resumiendo, amplificadores de alta ganancia (si alguien no sabe cómo suena un Dual Rectifier que vaya a una tienda y diga que se quiere comprar uno, así le dejarán probarlo y flipará un poco, jejeje!) con guitarras equipadas con humbuckers.
Acto seguido pudimos disfrutar con los no menos míticos Twisted Fuckin’ Sister. Vale, estos tíos no cambiaron la historia del rock en su momento ni lo van a hacer ahora, pero es IMPOSIBLE no saltar y gritar al ritmo de himnos del calibre de “I wanna rock” o “We’re not gonna take it”. La formación actual del grupo es la clásica, con Dee Snider de maestro de ceremonias, secundado por Jay Jay French, Eddie “Fingers” Ojeda, Mark “The Animal” Mendoza y A.J. Pero. Por desgracia no os puedo dar ninguna información sobre el equipo utilizado por el grupo y el sonido del mismo ya que tuve que ver el bolo desde un lateral y ni la visión ni la audición fueron idóneas. Pero os aseguro que salté como el que más!
Y a continuación la que algunos sabíamos que iba a ser la sorpresa del festival, y que dejó a bastantes boquiabiertos. Estamos hablando de los suecos Graveyard. Los de Gothenburg son un joven grupo con unas influencias a priori bastante marcadas, encabezadas por Black Sabbath, pero si se bucea un poco más en su aún corta discografía se pueden apreciar pinceladas de hard rock, stoner, grunge o incluso southern rock. Estos chicos nos ofrecieron un concierto muy sólido y compacto, donde no dieron respiro, desgranando su último álbum, Hisingen Blues, prácticamente al completo. Sus herramientas de trabajo son las idóneas para ese sonido denso y compacto. Joakim Nilsson, vocalista y guitarrista, es fiel a su Gibson Les Paul Traditional negra enchufada a un Orange Rockerverb 100 MK II con cajón Orange de 4×12”. Jonatan Larocca-Ramm se colgó una Fender Stratocaster Standard con acabado sunbrust enchufada a un Marshall JCM 800 también con pantalla Marshall de 4×12”. Por su parte, Rikard Edlund llevó el ritmo con un Rickenbacker 4003 enchufado a un ampli y bafle Ampeg. Axel Sjöberg los dirigió a todos desde el fondo del escenario con una preciosa batería atigrada.
A nivel musical, es de destacar la labor a la batería de Axel, ya que, con todo lo duro del estilo que desarrolla el grupo, es capaz de tocar suave cuando la canción lo requiere, y ser sumamente duro cuando hace falta, demostrando un gran control del rebote en la caja. Si os los perdisteis por ver a Status Quo, espero que no os los perdáis la próxima vez que vengan por estos lares, porque son uno de los grupos que van a dar mucho que hablar en esto del rock en los próximos años.
Tras el gran bolo de Graveyard, nos desplazamos frente al escenario principal para disfrutar de los cabezas de cartel de la primera jornada, Status Quo, que se solaparon con Graveyard, por lo que apenas los pudimos ver media hora. Tenía muy buenas referencias por parte de varios amigos muy sibaritas en esto del rock y que me dijeron que el concierto que dieron los Quo en la Rockstar de Barakaldo en su anterior tour fue de lo mejorcito que habían visto en directo en los últimos años, por lo que las expectativas eran altas. Y no defraudaron! Nos ofrecieron un show muy completo (lo que pude ver), con una profesionalidad fuera de toda duda, y un sonido muy compacto.
Como ya sabréis todos a estas alturas, Status Quo son Rick Parfitt y Francis Rossi. El grupo lo completan Andy Brown a los teclados (que ha tocado con gente como Peter Frampton o Pink Floyd), John “Rhino” Edwards al bajo (que, además de con los Quo, ha tocado con Peter Green) y Matt Letley a la batería (que ha tocado, entre otros, con Hank Marvin y Bob Geldof).
Y comencemos a analizar un poco su equipo. Como es habitual, los hachas de los Quo suelen colgarse Fender Telecaster. Francis Rossi se dejó ver en Mendizabala con una Fender Telecaster Francis Rossi Signature, una preciosa tele verde con 3 pastillas (una Telecaster Standard a la que se le ha añadido una pastilla de medios). Para hacer sonar a la tele, Francis usa cabezales Marshall JCM-800 Lead Series. Corren rumores de que por detrás suele colocar algún Vox AC-30. La verdad es que, escuchando el sonido que sale de su equipo, este rumor puede tener algo de fundamento, dado que, como ya sabemos todos, el sonido de los Quo tiene ese toque “brillante” que te puede dar un AC-30 mucho mejor que un JCM-800.
Rick Parfitt, por su parte, se colgó su Telecaster de 1965 de color blanco (casi hueso) con golpeador negro equipada con dos single coil. Como curiosidad merece la pena comentar que el señor Parfitt usa el siguiente calibre de cuerdas. Atentos, que es para flipar! .14 .17 .26w .36w 46w 56w. A ver quién tiene narices de hacer un bending de tono y medio con ese calibre! Otra curiosidad es que, aparte de la afinación estándar, también usa la siguiente afinación: G,G,D,G, B, D, lo cual da un precioso G mayor al aire y le permite distintas figuras idóneas para el estilo de las canciones de la banda. En cuanto a la amplificación, también usa Marshall JCM-800. Para los efectos utiliza un Roland GP8, de los que obtiene distintos efectos de chorus, flanger y overdrive.
A John Edwards lo pudimos ver con un bajo Steinberger similar al usado por BÖC. Andy Brown se sentó tras un teclado Roland RD-700NX, y Matt Letley lo hizo tras un precioso kit de batería Noonan Custom equipado con platos Paiste, casi todos de la serie 2002.
Acto seguido (con una pequeña recarga de pilas intermedia) fuimos a ver a Steel Panther. Para los que no los conozcáis, decir que se trata de una especie de banda tributo al rock angelino ochentero, ese rock lleno de spandex, pelos cardados y melodías heavy-glam. Como curiosidad, decir que algunos de sus miembros formaron parte de Atomic Punk, una de las mejores bandas tributo de Van Halen, que eran habituales del Viper Room de L.A. no hace muchos años.
El sonido de la banda os lo podéis imaginar. Bandas como Poison, Crüe, VH, etc marcan el camino a seguir por estos “jovenzuelos” con pelucones. A nivel técnico no se les puede poner ninguna pega, son unos instrumentistas brutales. El problema puede venir con el concepto del grupo. Como no se toman muy en serio a sí mismos y hacen un show repleto de clichés y gags, para mi gusto desentonaron un poco, sobre todo tras verlos después de la suma profesionalidad de bandas como Status Quo o Graveyard. Me gustaría verlos en un show de ellos solos, donde su propuesta sea la absoluta protagonista, y no tenga prejuicios por compararlos con otras bandas del cartel, porque, por si no lo sabéis, el rock ochentero mola! Y una banda que revive el espíritu de los días de gloria de Sunset Strip, con esos míticos clubes como el Troubador, Roxy, Whiskey a Go-Go, Gazzari’s, etc, debe merecer todos nuestros respetos. Respecto al sonido de la banda y su equipo no voy a pronunciarme, debido a mi lejanía al escenario.
La primera jornada acabó con los legendarios Pentagram. Considerados junto con Black Sabbath como “inventores” del doom metal, sólo pudimos disfrutar de la presencia del cantante Bobby Liebling de la formación clásica. Ofrecieron en Mendizabala un show bastante consistente, con un sonido muy sólido, aunque para mi gusto algo falto de la melodía que sí tenían Black Sabbath en sus inicios. Tal vez por eso los Sabbath triunfaron en su época y Pentagram se convirtieron en una banda de culto.
Es necesario mencionar la gran entrega escénica de Bobby Liebling, un verdadero animal del escenario que lo da todo en todo momento.
Con esto finalizó la primera jornada de este gran festival que aún nos depararía grandes momentos en los días siguientes.
Keep on rockin’
Dr. Pretorius