Hoy voy a dedicar la entrada a una película española de cuyo estreno se van a cumplir 25 años en el próximo mes de enero y que pasa por ser, sin duda alguna, mi comedia favorita de todos los tiempos: Amanece que no es poco
Lo primero que requiere esta maravilla del surrealismo escrita y dirigida por Jose Luis Cuerda es despojarse de todo tipo de prejuicio y asumir que estás ante una obra donde la estructura dramática es inexistente; lo que se traduce en una sucesión de personajes y de circunstancias a cada cual más absurda e hilarante que la anterior.
Para ello, Cuerda se rodeó de un elenco difícilmente igualable: Antonio Resines, Luis Ciges, Quique San Francisco, Cassen, Aurora Bautista, Chus Lampreave, José Sazartonil, Guillermo Montesinos, María Isbert, Miguel Rellán, Manuel Aleixandre, Gabino Diego, Rafael Alonso, Ovidi Montllor, Ferrán Rañé, Tito Valverde, Fedra Lorente…
Además, hace aproximadamente un mes que, durante la Seminci de Valladolid y a través de una encuesta en las redes sociales, se alzaba con el honor de ser considerada como la mejor película española de los últimos 60 años, por encima de otras dos joyas como Los santos inocentes o Plácido.
Vaya, ¿una comedia española de los 80, surrealista al estilo de los mejores Monty Python, sin estructura lógica, y que merece la pena? Absolutamente, y de ello pueden dar cuenta los miles de amanecistas o calabazas, como se autodenominan sus fans incondicionales (al estilo de los de La Iglesia de el Último Nota, inspirados en El gran Lebowski y de quienes ya hablamos en este mismo blog) y que cuentan con activos perfiles en redes sociales como Facebook.
Como conozco el carácter desconfiado pero entusiasta de la miríada de lectores de esta web, no voy a pasar sin procurar esbozaros superficialmente el argumento (si es que así pudiera llamarse) de la película: Un profesor de la Universidad de Oklahoma (Resines), regresa a España para disfrutar de un año sabático junto a su padre (Ciges) quien tras matar a su madre le ha comprado un sidecar. En este medio es en el que llegan a un pueblo perdido (la película está rodada en la sierra albaceteña) en el que todos acuden a misa diariamente por el espectáculo que da el cura levitador (Manuel Aleixandre) padre del párroco (interpretado por Cassen).
Así, padre e hijo descubrirán un lugar en el que se realizan elecciones no sólo para alcalde, sino también para puta, para marimacho o para adúltera, donde los borrachos van en riguroso orden y bajo el amparo de la guardia civil al bar hasta alcanzar la ebriedad más indecorosa, donde mujeres plantan hombres en sus huertas, donde la madre es la hija y la hija es la madre, donde pares gemelos a los pocos minutos de haber fornicado, donde los sudamericanos unos días van en bici y otros huelen bien, donde sienten absoluta devoción por William Faulkner…
En fin, un compendio de gasgs verbales y visuales que seguro que no gusta a todo el mundo (el humor surrealista es un campo de extremos: o lo aborreces o lo adoras) pero que merece la pena revisitar cada cierto tiempo para no permitir que una de las mejores comedias de todos los tiempos caiga en el olvido.
Y ahora os suelto una ristra de vídeos para aquellos que ya la habéis visto, y los que no, no sé a qué estáis esperando, calabazas.
P.D: No olvidéis que yo soy necesario, pero vosotros sois contingentes
Así deberían ser siempre las clases
Este diálogo no sé si hoy se aceptaría
Disertaciones sobre el amor con un grupo de estudiantes estadounidenses de testigo
Y, para no destripar toda la película, un momento glorioso con Saza (lo del sombrero es épico)